El fuego es un elemento importante para los hinduistas, de hecho se le ha elevado a categoría de divinidad y, por tanto, está concebido como algo sagrado. La incineración tras la muerte de una persona, es un paso más para ayudar al difunto a liberarse del ciclo de reencarnaciones y alcanzar la moksha, (liberacion) dependiendo en última instancia de su karma (la ley de causa y efecto que te lleva depende de tus buenas o malas acciones a una reencarnación superior o inferior).
El primer sentimiento que tuve al llegar a Varanasi fue el de decepción: Los ghats estaban totalmente inundados tras un monzon especialmente abundante y el resultado fue una Venecia india totalmente anegada.
Ese mismo día asisti en compañía de Javi (un placer majo!) a la Pujab que se realiza todas las noches a la caida del sol. Por suerte, en el ghat principal aún quedaba algún escalón en donde tuvo lugar la ofrend al río de fuego y flores.
Unas horas más tarde, fuimos en barca hasta el ghat en donde se realizan las cremaciones. Normalmente se accede por tierra a esta especie de cuadrilátero, pero debido a las inundaciones el acceso solamente era posible en barca.
La atmósfera podía haber servido de escena en uno de los cuentos de E. Poe: oscuridad casi total levemente atenuada por la luz de la luna y las enormes piras situadas a tan sólo unos metros; para llegar a la barca tuvimos que pasar al lado de un cadáver envuelto, como es tradición, en varias telas rojas y doradas; estaba dispuesto sobre unos palos de bambú, usados para transportarlo desde su casa en su último viaje en compañía de su familia. Una vez en la barca y al lado de las piras te sobrecoge la situación: una mezcla de solemnidad, respeto, sobrecogimiento, pasaron por mi mente, la escena supera todo lo descriptible y te conduce a un estado de no retorno en donde tu cerebro esculpe en piedra un recuerdo imborrable.
Los siguientes días como no podía ser de otra manera en India, siempre te regalaban una anécdota: Nuestro intento de ir a Khajurajo y lidiar con los empleados de las estaciones de tren y bus fue una escena comparable a la de Asterix legionario: "pregunte en información alli le informarán", vas deambulando de un lugar a otro hasta acabar en el mismo sitio sin respuesta...La visita a Sarnath en donde Buda dio su primer sermón a sus discípulos después de su iluminación en Bodghaya y en donde por vez primera asisti a una ceremonia budista. El canto de los mantras hizo quedarme sentada un buen rato escuchando...
India te invita muchas veces a la introspección y a las buenas conversaciones, si estás sentada en un balcón con vistas al Ganges y una cerveza de contrabando las probabilidades aumentan.
Las calles de Varanasi estrechas y angostas, están llenas de vacas, miles de vacas! A partir de las seis es noche cerrada y empieza el juego de no pisar los regalos que van dejando a cada paso, un coletazo o clavarte un cuerno en el riñón.
Pero mis recuerdos no sólo están llenos de vacas y fuego sino también de música. Una de las primeras noches asistimos a un conciertillo, una vez más la atmósfera te invita al trance, algo tenia la música de las flautas y las tablas (dos tambores de diferente tamaño que se tocan a la vez en un sonido parecido al yembe). Pero yo quería un sitar...y lo conseguí.
Una mañana me fui a dar un paseo. Mi objetivo: perderme por las callejuelas sin rumbo. Mi primera parada fue en la tienda de Lala, un profesor de tabla y sitar. Nos pasamos tres horas hablando de mil temas, hizo una jam sesion de tabla y afinamos juntos un sitar: es un instrumento increible. Quisiera ser hindú, poder reencarnarme, y ser en mi proxima vida un portento en la música!
Más tarde me acerqué a uno de los ghats para hacer mi ofrenda personal al Ganges con flores, así, una pequeña huella queda de mí en la India, sería imposible corresponder todo lo que ella me ha marcado a mi.
Cuando me volví a adentrar en las calles, un hombrecillo mayor me invitó a saludar a las vacas que tenía en su casa (era algo así como el lechero del barrio) estaba tan contento que me dio un super abrazo y me invito a un te en el banquito al lado de su casa. Y ahí estábamos como dos viejos amigos secando los huesos al sol. Me he apuntado su dirección para mandarle una postal desde España..
Varanasi no me ha decepcionado, al final, como siempre, me ha ganado su gente y su música que no está únicamente en los instrumentos.
Os dejo la foto que me pasó un colega, foto profesional! (Gracias Jose!).